Wilkes-Barre (EE.UU.).- La nostalgia de un pasado ligado al carbĆ³n sigue imperando en el condado de Luzerne, uno de los mĆ”s divididos en el āestado bisagraā de Pensilvania y donde las campaƱas de Kamala Harris y Donald Trump han recrudecido su batalla por un puƱado de papeletas que podrĆan marcar el devenir de EE.UU.
Conscientes de que los 19 votos electorales de Pensilvania serĆ”n fundamentales, los candidatos llevan semanas priorizando este estado que refleja la polarizaciĆ³n social de EE.UU. y se inclina por los demĆ³cratas en nĆŗcleos urbanos como Filadelfia o Pittsburgh, mientras que los republicanos ven en los entornos rurales desindustrializados su mayor caladero.
āAhora mismo, no sabrĆa decirte dĆ³nde trabaja la mayor parte de la gente. Hay un parque industrial con empresas de almacenamiento aquĆ al lado, pero no es como antesā, expresa a EFE Leo, un septuagenario que ejerce como voluntario adaptando la antigua trituradora de carbĆ³n de Wilkes-Barre, capital de Luzerne, en un museo.
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La mayorĆa de la industria pesada de Pensilvania -principalmente acero y carbĆ³n- echĆ³ el cierre en los ochenta, dejando a miles de familias sin empleo y decenas de antiguos trabajadores sumidos en una espiral de deudas, agravadas por adicciones a las drogas.
MĆ”s de cuatro dĆ©cadas despuĆ©s, el estado mantiene parte del sector del acero en el Ć”rea de Pittsburgh, pero se ha diversificado hacia una economĆa sustentada en servicios sanitarios, producciĆ³n de quĆmicos, extracciĆ³n de gas natural, gigantescos centros logĆsticos de compaƱĆas como Amazon o Walmart, agricultura de frutales y productos lĆ”cteos.
El apoyo sindical, clave para ganar Pensilvania
En Pensilvania, donde la media de encuestas FiveThirtyEight otorga a los aspirantes presidenciales un empate tĆ©cnico, muchos de los trabajadores estĆ”n sindicados, por lo que ganarse el apoyo de los gremios, segĆŗn recalcan los expertos, podrĆa resultar determinante para que Harris o Trump certifiquen su victoria.
Hasta el momento, la actual vicepresidenta es la que mƔs ha avanzado al respecto, consiguiendo el respaldo oficial del sindicato del acero United Steelworkers (USW) y de SEIU Healthcare, que representa a los trabajadores de servicios de salud.
āTrabajo hay, pero el aumento de precios y necesidades hace que haya gente que tenga incluso dos empleos. Yo preferĆa trabajar duro 8 horas y tener tiempo de calidad despuĆ©sā, cuenta a EFE Guillermo LĆ³pez, extrabajador del acero en la fĆ”brica de Bethlehem, una extinta planta que llegĆ³ a ser la segunda con mayor producciĆ³n del paĆs.
Un calco de las preocupaciones del resto del paĆs
Pensilvania cuenta con una tasa de desempleo del 3,4 % (inferior a la nacional, del 4,1 %) y unos ingresos medios por hogar de 68.597 dĆ³lares brutos anuales (frente a la media de 63.795 dĆ³lares), pero el apartado econĆ³mico -la inflaciĆ³n y la fiscalidad mĆ”s especĆficamente- sigue siendo una de las principales preocupaciones para sus habitantes.
Aunque la percepciĆ³n en un estado muy polarizado difiere segĆŗn el votante y la comunidad a la que pertenezca.
āNo lo votarĆa ni por mil dĆ³lares (a Donald Trump). SubirĆ” los impuestos a los pobres pero las grandes empresas cotizarĆ”n lo mĆnimoā, dice a EFE Letitia, una madre afroamericana de Reading (sureste de Pensilvania), frente al cuartel de campaƱa republicano en esa ciudad.
Mientras que otras como Kathy, otra mujer de una edad similar pero a las afueras de la localidad de Lancaster, considera que Trump es la mejor opciĆ³n para ācontener los precios de las viviendas ante la escasez de inmueblesĀ».
āLa economĆa, el aborto o la inmigraciĆ³n son algunos de los temas que mĆ”s preocupan a los pensilvanos. Aunque haya necesidades especĆficas en este estado, la gente consume los mismos canales de noticias y plataformas que en el resto del paĆs, que inducen a que se cuestionen lo mismoā, explicĆ³ a EFE Christopher Witko, profesor de Ciencias PolĆticas en la Universidad del Estado de Pensilvania.
Los analistas coinciden en que el futuro de Pensilvania, y por ende probablemente el de EE.UU., pasa por las zonas suburbanos y extrarradios de las dos mayores ciudades -Filadelfia y Pittsburgh- donde el votante estĆ” mĆ”s abierto a cambiar su decisiĆ³n hasta el 5 de noviembre.
DemĆ³cratas y republicanos miden asĆ cada uno de sus movimientos en Pensilvania, el estado donde han invertido mĆ”s en propaganda electoral (180 y 170 millones de dĆ³lares, respectivamente) y uno en los que los candidatos se han prodigado con mayor ahĆnco.
Todo cuenta en este crucial āestado bisagraā donde incluso empresas no partidistas encargadas de promover el registro de votantes portan un mensaje de carĆ”cter polĆtico- āAborto libre y seguroā, recuerdan los chalecos de las jĆ³venes que trabajan para la firma Outreach inscribiendo a los electores en Reading (Pensilvania).