Santo Domingo.– Durante los 12 años que duró su pontificado, el Papa Francisco dejó una huella profunda en la Iglesia dominicana, al nombrar a diez obispos y tres arzobispos que hoy forman parte del liderazgo pastoral del país.
Su fallecimiento, ocurrido este lunes, ha generado un sentimiento de pesar en toda la comunidad católica, que reconoce su entrega al Evangelio y su cercanía con los pueblos de América Latina.
El papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita, marcó un tiempo de renovación y compromiso con una Iglesia sinodal, pobre para los pobres, y en constante salida hacia las periferias.
En ese espíritu, durante su pontificado nombró a:
- Monseñor Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, M.S.C.
- Mons. Jesús Castro Marte
- Mons. Andrés Napoleón Romero Cárdenas
- Mons. Carlos Tomás Morel Diplán
- Mons. Faustino Burgos Brisman, C.M.
- Mons. Santiago Rodríguez Rodríguez
- Mons. Tomás Alejo Concepción
- Mons. Ramón Alfredo de la Cruz Baldera
- Mons. José Amable Durán Tineo
- Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández
Además, confirió el título de arzobispo a:
- Mons. Francisco Ozoria Acosta, en la Arquidiócesis de Santo Domingo
- Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, en Santiago de los Caballeros
- Mons. Héctor Rafael Rodríguez, quien asumió esa misma sede posteriormente
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Estos nombramientos reflejan la confianza de Francisco en el clero dominicano y su visión de una Iglesia viva, cercana y comprometida con la realidad social del país.
La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) expresó su pesar por el fallecimiento del Santo Padre, y en comunión con la Iglesia universal, exhortó a todas las comunidades eclesiales del país a elevar plegarias por su eterno descanso.
“Agradecemos a Dios por su vida entregada al Evangelio, por su servicio a la Iglesia y por ser un verdadero testigo de Cristo”, expresaron los obispos en un comunicado oficial.
El Papa Francisco recibió a los obispos dominicanos en el Vaticano durante la visita Ad Limina Apostolorum, el 28 de mayo de 2015. En ese encuentro, ofreció palabras de aliento y orientación pastoral para fortalecer la misión evangelizadora en el país, mostrando siempre un especial afecto por la Iglesia del Caribe.
