El país debe ver en esta negociación un proceso que va más allá de la mera discusión de precios y enfocarse en el beneficio estratégico
Que se produzca un acuerdo con empresas occidentales para explotar en Pedernales las apodadas tierras raras (nombradas por la ciencia Lantánidos), sería tan seguro como el nacer para quien está destinado a vivir.
Para Estados Unidos se trata de un asunto de interés estratégico: asegurar una materia prima de las que cuenta con reservas son precarias, en comparación con las reservas de sus competidores, y que contienen materiales que son de uso imprescindible en la fabricación de armas y dispositivos de alta tecnología que requieren de los materiales contenidos en las tierras raras (cerio, el samario, el holmio o el europio, entre otros).
China cuenta con el 40 por ciento de las reservas mundiales (estimadas en 130 millones de toneladas métricas), liderando el ranking con aproximadamente 44 millones de toneladas. Según registros, Vietnam y Brasil completan el dominio, ambos países con más de 21 millones.
Pero también para la República Dominicana es una apuesta estratégica ponerse de acuerdo con Estados Unidos para la explotación de las tierras raras que duermen en parte de su subsuelo, pues ganaría méritos en la Alianza para la Prosperidad Económica, que integran doce países de la región con Estados Unidos, para conseguir una cuota de las grandes inversiones que serán movilizadas en la región para la relocalización de empresas que buscan acercar sus líneas de producción al mercado de los Estados Unidos.
O sea, hay demasiado que ganar para ambas partes como para que cada una de ellas haga hasta más no poder para llevar a feliz término un acuerdo.
Eso explica lo diligente que ha sido el presidente Luis Abinader al crear la Empresa Minera Dominicana, S.A. (EMIDOM) mediante el decreto 453-24 para potenciar la extracción sostenible de recursos estratégicos del país, con un enfoque especial en las tierras raras.
El decreto faculta a esa empresa para gestionar reservas fiscales mineras, como la Reserva Fiscal Minera “Ávila” en Pedernales, así como para establecer contratos y alianzas con empresas globales para asegurar la explotación eficiente y sostenible de estos recursos.
Igual de diligente ha sido Estados Unidos, país que, según reveló el presidente Abinader, ha puesto a disposición de República Dominicana nada más y nada menos que al cuerpo de ingenieros de su ejército para explorar el potencial que tiene el país en esta altamente cotizada minería.
En cuanto al reparto del pastel, es de esperarse que la República Dominicana aproveche el valor estratégico que tienen las tierras raras para Estados Unidos para obtener un beneficio que superaría al que pudiera obtener en cualquier otra negociación. O sea, el país debe ver en esta negociación un proceso que va más allá de la mera discusión de precios, para enfocarse en obtener el mayor beneficio estratégico posible, haciendo que Estados Unidos se sienta ganancioso aun al precio de pagar más.
Y en cuanto al impacto medio ambiental, es posible asegurar que no se presenten problemas que empañen el proceso, asociados a los niveles de radioactividad contenidos en los materiales a ser extraídos. En este sentido es alentador que el propio presidente Abinader haya expresado: “Somos muy conscientes de los estándares internacionales establecidos para la minería por la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI), que adoptamos en 2016”.
De lo que se trata es de asegurar el uso de la tecnología que evite que la explotación de esos recursos provoque secuelas radioactivas para el medio ambiente. Y esa tecnología está disponible.
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