La antropóloga japonesa Takako Kudo encabeza una travesía que une gastronomía, cultura y ciencia, al emprender un estudio único sobre el Djon Djon, más conocido como yonyon, un pequeño hongo altamente valorado en la cocina haitiana y comunidades fronterizas en territorio dominicano.
Profesora de español y antropología en la prestigiosa Universidad de Keio, en Japón, Kudo llegó a República Dominicana para investigar este peculiar ingrediente, cuyas raíces culturales y usos culinarios han despertado su curiosidad y la de expertos micólogos.
En entrevista exclusiva a El Nacional, Takako cuenta que su interés por el yonyon comenzó en Miami, mientras exploraba la gastronomía haitiana. Fue en un supermercado donde descubrió un paquete de este pequeño hongo, utilizado para preparar el icónico arroz con yonyon, un plato muy popular en Haití y la intriga propició el inicio de la investigación.
«Mi amigo micólogo quedó sorprendido de que este tipo de hongo sea comestible. Por su pequeño tamaño y la dificultad para distinguirlos de hongos venenosos, los yonyones representan un desafío tanto cultural como científico», explicó.
De Japón a Duvergé
Takako llegó sola a República Dominicana, pero en su recorrido por Duvergé, provincia Independencia, le acompañó Policarpio Medrano, un vasto conocedor y consumidor de esta seta quien la ayudó a identificar y recolectar yonyones.
La experiencia resultó reveladora: “Para él (Policarpio), distinguirlos es casi instintivo. Dice ‘este sí, este no’, pero para mí todos parecen iguales. Me interesa explorar cómo se adquirió este conocimiento ancestral”, expresó Takako con jocosidad.
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Además de recolectar yonyones, la antropóloga tuvo la oportunidad de probar el moro de yonyon, preparado por locales. » Wao, exquisisto, exquisito, tiene un muy fuerte sabor de hongo pero agradable, muy agradable. Sin carne ni nada pero me da la impresión de estar comiendo un plato muy fuerte y rico, está riquísimo», reaccionó.
Diferencias culturales en el consumo del Yonyon
Uno de los aspectos que más fascinan a esta japonesa es la variación cultural en el uso del yonyon. Cuenta que, en Haití, el hongo no se consume directamente; se hierve para extraer una infusión negra, que luego se usa para cocinar arroz o sopas. En contraste, en República Dominicana, el hongo se come completo en preparaciones como el moro, incluso sancocho.
«Es un ejemplo fascinante de cómo una misma especie puede tener significados y usos distintos en culturas cercanas. Esto habla de una historia larga de interacción entre las personas y los hongos», reflexionó la antropóloga.
La ciencia detrás del Yonyon
Takako no está sola en esta investigación. Dos micólogos forman junto a ella el equipo de estudio para realizar análisis de ADN y determinar si hay diferencias entre las especies de yonyon en Haití y República Dominicana.
Relata que, en análisis previos realizados con muestras de yonyon adquiridos en Miami, Nueva York y París, encontraron que la especie más común no solo era Psathyrella, como se pensaba, sino Candolleomyces tuberculatus, una especie presente en el Caribe y África Occidental. Este hallazgo podría abrir nuevas perspectivas sobre la conexión cultural entre ambas regiones.
Tradición y ciencia
La investigación de Takako no solo busca respuestas científicas, sino también preservar y valorar el conocimiento tradicional.
«El saber distinguir un hongo comestible de uno venenoso es una habilidad que viene de generaciones. Es importante documentar esta sabiduría antes de que se pierda», subrayó.
Además, Takako espera que este estudio impulse nuevas investigaciones en etnomicología, un campo que explora la relación entre las comunidades humanas y los hongos, abordando tanto sus usos culinarios como su impacto cultural.
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Con sus investigaciones en marcha, Takako está convencida de que el yonyon tiene un potencial aún por descubrir, desde su valor nutricional hasta su papel en la historia cultural del Caribe. Su trabajo en la región no solo promete ampliar el conocimiento científico sobre este hongo, sino también destacar la rica interacción entre las personas y su entorno natural.
“Es un viaje entre dos mundos: el científico y el cultural…explicar las diferencias entre hongos similares es difícil y científicamente todavía no se sabe las diferencias y yo quiero dar esas explicaciones científicas”, sentenció Takako con aparente entusiasmo.