Es bueno que a los bancos se exija una adecuada capitalización para enfrentar pérdidas, pero no lo es que se les obligue a sobrecapitalizarse

La banca dominicana ha aplicado los acuerdos de Basilea I y II sobrecapitalización, con ciertos ajustes que han tomado en cuenta el “grado de discrecionalidad que pueden adoptar los países según las propias características de su sector financiero, siempre que se respeten los mínimos establecidos”.

Por lo menos eso es la que ha planteado Manuel González M., director técnico de la Asociación de Bancos, quien aclara que los acuerdos de Basilea permiten a cada país “acoger a métodos estándar con ciertas adaptaciones, no estando de manera obligatoria el aplicar las metodologías de riesgo internas”, además de que “en la normativa regulatoria están presentes los riesgos de crédito, de mercado, operacional, la supervisión con base a los establecido por Basilea y un nivel amplio de información al mercado de las entidades financieras”.

Tomando en cuenta todos esos aspectos, la banca del país ha aplicado, según la apreciación de González, “un Basilea II estándar o básico”.

A lo que no ve sentido González es a que la banca sea sometida a un proceso de adopción en toda la amplitud que trata Basilea II y que se implemente de golpe el Basilea III reformado en Basilea IV.

Él explica sus razones: podría llevar a un engrosamiento organizacional (por la estructura necesaria y las personas requeridas con competencias en dichos aspectos, además de posibles requerimientos mayores de capital), afectando en costos a las entidades de forma innecesaria, lo que de alguna forma se traslada al crédito, tanto en costo como en cantidad”.

Y aconseja establecer un proceso para irse por un camino para la adopción de Basilea III (Basilea III reformada o Basilea IV), que tome en cuenta que su implementación conllevará un trabajo arduo porque habrá que hacer modificaciones “tanto a nivel de ley como de reglamentos e instructivos de aplicación que esta actualización de Basilea incorpora, orientadas a mejoras de calidad y cantidad del capital, incorporación de colchón adicional de capital, colchón anticíclico, adecuaciones en las ponderaciones de riesgos de crédito, el nivel de apalancamiento, el establecimiento del coeficiente de cobertura de liquidez (LCR) y del coeficiente de financiación estable neta (NSFR), así como limitaciones a la aplicación de modelos internos”.

A los reclamos de la banca dominicana viene como anillo al dedo el anuncio que acaba de hacer el vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, Michael Barr, de que el banco central estadounidense modificará su plan para rebajar drásticamente la exigencia de capital adicional a los grandes bancos, cediendo ante la presión que los bancos y grupos de interés han estado ejerciendo durante un año contra su propuesta para la aplicación plena de las normas de capital de Basilea III.

Las nuevas propuestas aumentaría en un 9%, en lugar del 20% inicialmente propuesto, los requisitos agregados de capital de nivel 1 para los bancos globalmente sistémicos, los de mayor tamaño y complejidad y para bancos no sistémicos el impacto de la nueva propuesta se derivaría principalmente de la inclusión de las pérdidas y ganancias no realizadas de sus valores en el capital regulatorio, lo que se estima que equivaldría a un aumento de entre el 3% y el 4% de los requisitos de capital a largo plazo.

El resto de la nueva propuesta aumentaría en un 0,5% los requisitos de capital para las entidades no incluidas en el ámbito de aplicación de la norma.

Es bueno que se obligue a los bancos a que estén adecuadamente capitalizados para que tengan un colchón financiero frente a posibles pérdidas, pero no lo es que estén sobrecapitalizados, lo que llevaría a un uso ineficiente de los recursos que se reflejaría en un aumento del costo del dinero, en perjuicio de los usuarios de los créditos y en una menor rentabilidad.

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