En el Parlamento japonés se escucha en estos días un encendido debate cuyo tema central es la subida desmedida del precio del arroz. “El arroz ha subido un 90%”, reclama enfática Kureha Otsuki, parlamentaria del Partido Constitucional Democrático, una fuerza de centro izquierda que defiende subidas salariales y la expansión de las políticas de bienestar.

“Una taza de arroz que valía 25 yenes ahora vale 50 yenes”, continúa la diputada para llamar la atención sobre el alza que registra desde mediados del año pasado el grano básico de la dieta japonesa.
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Según el Gobierno japonés, en 2024 las reservas de arroz de Japón llegaron a su nivel más bajo en lo que va del siglo.
A parte de los efectos del cambio climático en las cosechas, el gobierno mencionó como una de las causas de la posible escasez de arroz el auge del turismo.
Japón registra cifras récord de turistas internacionales y en 2024 recibió casi 37 millones de visitantes de fuera, en especial de países vecinos como China, Corea del Sur y Taiwán.
‘Situación difícil para los agricultores’
Sin embargo, un chef de sushi que se beneficia del influjo turístico, Juin Nakasato, explica que el origen del encarecimiento del arroz tiene otros factores. “No se trata sólo de que haya más turistas, también está la realidad de los agricultores. El gobierno tiene que ayudarlos. Están atravesando una situación difícil”, denuncia.
Aunque los precios suben, el arroz no escasea, al menos a corto plazo, nos dice Nobu Otani, propietario de una tienda que vende arroces de treinta regiones de Japón en el barrio de Jujo, en el norte de Tokio. “Muchas personas que temían la escasez compraron grandes cantidades de arroz”, añade para sugerir que hay especulación.
Acaparar para especular con los precios
“Se dice que algunos comerciantes, que ni siquiera están directamente relacionados con el arroz, lo acapararon para venderlo más tarde”, agrega.
El experto en arroces, cuyo negocio lleva 60 años en el mercado, explica que, aunque el gobierno está promoviendo un aumento de la superficie cultivada, la cantidad de agricultores sigue disminuyendo debido al envejecimiento de la población.
Los agricultores por su parte se quejan de que, pese al incremento de precios, su trabajo no compensa.
Como portavoz de los trabajadores del campo un campesino mayor, con la ayuda de jóvenes que manejan en redes sociales, puso a circular un mensaje digital en el que pregunta: “¿Cree usted que el precio que está pagando por el arroz es caro?”
A continuación, describe los enormes gastos que implica el trabajo del campo y advierte que, si no vemos la realidad del campo, no podremos comer más arroz hecho en Japón.
Sus palabras pueden ser una advertencia de que la seguridad alimentaria se perfila como un problema adicional al rápido descenso demográfico de la que era en otros tiempos la primera economía de Asia