CON esta izquierda vamos camino de sacarnos el C1 en ‘politiqués’ para traducirles. Ya sabemos que los que hablan de tolerancia son los más intolerantes, los que van de inclusivos, los que menos incluyen y los que enarbolan la pluralidad, los más sectarios. Con la polémica sobre las condenas revisadas a la baja gracias a la Ley del ‘Sólo el sí es sí’, además, confirmamos que las que dicen luchar continuamente contra los estereotipos están a tope de ellos. Jueces fachas, dicen. Acabáramos. Cada vez que una sentencia o un informe contraviene su visión del mundo ocurre porque hace falta más perspectiva de género, porque la judicatura, las cátedras de Penal y los bufetes están dominados por unos señoros trasnochados dedicados a fastidiar las ideas progresistas del gobierno más feminista. También debe de ser el caso de los forenses, incapaces de demostrar ninguna sumisión química en los pinchazos que tantos titulares dieron este verano. El equipo de Irene Montero y, lo que es peor, el mismo presidente del Gobierno que solicita «sensibilidad» a los magistrados, ignora que, desde hace varios lustros, son mayoría las mujeres jueces, perfiles de chicas estudiosas de clase media dispuestas a recorrerse España de juzgado maltrecho a juzgado falto de medios. Juzgados necesitados de perspectiva de eficacia, no de género, para dotarlos de personal y no de tuits y pancartas. Que no les digan a las jueces y fiscales que son unas machistas cuando han sido ellas, con sus codos y neuronas, las que han feminizado la profesión, mucho más que ninguna cuota impuesta por leyes mal hechas. Mujeres como Mercedes Alaya, la juez de Sevilla tan insensible como para investigar si derrochar cientos de millones de euros en unos ERE usados de forma clientelar podría ser malversación del dinero de los contribuyentes. También hay mujeres académicas, expertas en Penal, que han firmado informes advirtiendo de lo que finalmente ha ocurrido. A todas ellas, Irene Montero, responsable del Ministerio de Igualdad, del Instituto de las Mujeres, les está llamando machistas. Ninguna pareja de juez ha podido ayudarles a escalar en sus carreras sacrificadas por toda España. De la trayectoria de Irene Montero en lo público no podemos decir lo mismo. Lo impresionante es que se dedique a dar lecciones a las otras. No sabemos si las mujeres de Podemos están llenas de prejuicios o directamente eligen ignorar la realidad. Si es lo primero, tiene una solución fácil: salir de sus despachos y hablar con jueces y fiscales. Como no lo hagan, a lo mejor son las jueces las que salen a la calle. Si es lo segundo, más probable, que no se quejen cuando la realidad, como está ocurriendo, aparezca. Ya lo está haciendo con esas rebajas de condenas por abusos sexuales. Sí o sí iba a pasar. Pero Montero y compañía se hacen las víctimas, su única especialidad, además de eludir siempre las responsabilidades. Por cierto, en este asunto, responsables son todos los partidos que votaron a favor de esta ley, pese a todas las advertencias. Estaría bien que pidieran disculpas.



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