Cabarete. Puerto Plata.- No hay descripción que se acerque a la definición exacta de Buika. La del sábado por la noche no es la Buika de aquel Teatro Nacional Eduardo Brito de Santo Domingo hace casi una década. Aquella, tímida y por descubrir. Ésta, la del DR Jazz Festival, un volcán en constante erupción.

Con voz tronadora, sensual y lánguida, dulce e imperiosa, llegó con el Cisne blanco aprisionado en la garganta. Una interpretación única.

Escoltada por Santiago Cañada, pianista-trombonista; Josué Ronquido, en el bajo y Ramón Porrina (cajón de flamenco), conquistó al público del DR Jazz Festival en su primera actuación en este importante evento que nació aquí hace más de dos décadas.

Conversadora, la cantante agradeció la oportunidad de formar parte de la vigésimo cuarta versión del festival, al tiempo de dedicar su actuación a María Elena Gautreaux, presidenta de Fedujazz. “Porque es una mujer increíble”, y los aplausos no se hicieron esperar.

Con fuerza interpretativa regaló Luz de luna. El público aplaudió, unos se pusieron de pie. Ella, se sabe dueña del escenario y hace con el lo que le parezca, interactúa con el público y lo hace cómplice de sus aventuras y anécdotas.

Al introducir Brujería la dedicó “a los hombres perros, porque es mentira que sean tan valientes para decir la verdad. A veces prefiero que la mentira dure un poco más. Sabes que te están mintiendo, pero es que están tan ricos.

El DR Jazz Festival con un cierre a lo Buika
El DR Jazz Festival con un cierre a lo Buika

De corazón lo dedico a todos los hombres cabrones que están aquí”, y el público rio de buenas ganas.

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Y continuó con las dedicatorias “a los ex”, antes de interpretar No hay nadie en el mundo. “Es increíble lo de ‘que guapo es tu novio’, ‘es genial’, ‘es estupendo’, y cuando pasa algo ‘es un mierda’, ‘un ignorante’. Parecemos como locos, somos bipolares en el amor. Este tema va dedicado a todos los ex”, declaró.

El público se sintió más cercano y le arrebató la canción con la que se fue hasta el final en un coro cómplice con la artista y con Santiago Cañada, quien en un solo de trombón llevó a la audiencia “a la gloria”, en No hay nadie en el mundo.

En el trayecto de las dos horas de concierto, Buika, “La voz de la libertad”, como se le conoce, reflexiona, ríe y se desnuda con anécdotas propias.

“Alguien se invitó a mi cama”, dice para recibir al percusionista dominicano David Almengod para interpretar Jodida pero contenta, canción con dejo de pambiche.

Se suma al público para aplaudir a Almengod y lo despide con un beso al aire.

Entonces toma un trago, lanza un poco de bebida al piso (el trago de los muertos dicen en Dominicana) y retorna más visceral con Puro teatro. Termina con el público de pie.

Sin respiro, con el público regresando a los asientos despachó Santa Lucía, a ritmo de bulería, uno de sus grandes éxitos de su álbum “La noche más larga”.

Acercándose al final, invitó a disfrutar la primera canción que la trajo a República Dominicana: Mi niña Lola y la dedicó “a todas las personas que están aquí, que al igual que yo sientan que saben amar”.

“Dime porque tienes carita de pena, que tiene mi niña siendo santa y buena, cuéntale a tu padre lo que a ti te pasa, dime lo que tienes reina de mi casa”, compartía su premiada canción.

Y con Yo me lo merezco, escrito junto al maestro Carlos Santana, nominado al Grammy Latino 2020 en la categoría Mejor canción de rock, llegó el falso final, mientras el público, de nuevo de pie, pedía otra.

Ojitos verdes fue el guiño de Buika para despedirse en una noche bendecida por una lluvia que amainó justo cuando ella bajó del escenario cual diosa de ébano rumbo a su reino.

La pista encendida

Si el cierre de la noche estaba destinado a una agrupación que, no solo atrapara a un público extasiado por una Buika avasallante, sino que lo motivara a quedarse tras dos horas de concierto previo, sin duda ese era el Grupo Bonyé.

Desde las primeras notas de Caña Brava el público echó a un lado las sillas y convirtió el lugar en una pista de baile donde en pareja y en solitario, armaron el verdadero fiestón.

Un repertorio que no dio espacio al tedio. Desde Carmen (homenaje al maestro Félix del Rosario), pasando por Los saxofones, Bilongo; El guardia del arsenal (aplauso para Luis Días), La foto; Ayer te llamé (merengue moderno “para que vean que estos viejitos también están en la cosa”, aseguró Chino Méndez).

El concierto continuó con El cuarto de Tula y Cascabel dio paso a la Navidad; La salve de los guandulitos y una despedida al estilo Bonyé, con una versión muy actual de El africano, del maestro Wilfrido Vargas.

Apertura

El DR Jazz Festival no pudo tener mejor inicio. El viernes inició con las primas notas de Amelie, de los hermanos Joël (cantante y percusionista) y Mushy (piano).

Tras ellos, el escenario, de nuevo listo, esta vez para recibir a una agrupación ya familiar desde el primer festival: Rafelito Mirabal y su exquisito Sistema Temperado, una portentosa banda de maestros que inició con Sexsentidos, plantando bandera desde entonces, solo, y acompañado del ganador de Grammy Latino, Néstor Torres. Y la segunda subió más la temperatura: Café cubano, sonido, baile y la gracia de Torres asido a su flauta.



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